Al compás del vaivén de las olas de mi mar de emociones, una inmensa y curiosa sensación de vulnerabilidad no pretende, por nada del mundo, ocultarse ante nadie mientras yo procuro adaptarme a la realidad ... aquélla que sigue existiendo y no desaparece aunque yo, por momentos, deje de creer en ella porque lamentablemente soy susceptible a las pérdidas ... esas carencias que añaden vicios a mis virtudes porque estoy vestida de muchos defectos. Censurarme no quiero y sin embargo ...
Quizá tengo mucho miedo de ser lastimada aunque mi capacidad para prevenir, resisitir y sobreponerme a cualquier tipo de impacto (entre lo normal y anormal) no se encuentre necesariamente en situación de riesgo, solamente cuando busco frenéticamente la verdad ... esa verdad que cae sobre mí como lluvia incesante ... allí donde mi vulnerabilidad encuentra difícil tener buen criterio para distinguir el mar del cielo porque mi lugar es el infierno ... allí donde soy incapaz de amar lo que más quiero porque no puedo, por el momento, satisfacer las necesidades cotidianas de los otros pues mi vulnerabilidad se encuentra abierta a flor de piel
MARiSOL
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