Permanecer en silencio, no puedo. Quizás quiero romper las cadenas con mi pasado para entregarme a la libertad más rica de todas: mi libertad interior pues no deseo ni vivir al margen de las risas y sonrisas ni tampoco ser cómplice de palabritas sin sentido, frases malévolas o ronroneos falsos aunque expresiones desoladas y ojos sedientos de amor confundan mi rabia con mi falta de precaución ... aquella que, por momentos, raya en la inconsciencia pues no soy perfecta.
¡Ay! Que insufrible torpeza resuenan en mis oídos. Y mientrras una represión dura y cortante, lejos de rendirse, va creciendo con el tiempo, yo tomo mis propias decisiones aunque una voz lejana frunza el ceño por fuerza mayor. Y mientras repaso los momentos vividos a su lado, una amenaza de peligro de inmensas dimensiones se va acercando hacia mí aunque yo pretenda alegremente desprenderme de ella.
¡Si sólo una sucesión de victorias tan pequeñas como yo pudieran engalanar mi pecho, me daría por satisfecha! Pero es que no llego más allá de estas palabras que resuenan sólo como pisotones sobre el suelo del camino de mi vida!
Y mientras una condena como una tragedia personal se avisora en mi horizonte de vida, una vejez avanza a pasos agigantados con su aroma violento y denso como un ajeno bulto pesado y amenazador que tengo que cargar sobre mi espalda aunque no quiera.
¡Si sólo una remota serenidad hiciera guardia a la entrada del teatro de mi vida, no me desconocería y no avanzaría más rápido que mi propio entendimiento! ¿Será que debo yo poner a descansar a mi lengua y amordazar a mis dedos aunque yo sienta por dentro una agresión incolora pero sumamente desconcertante y dolorosa porque ésta ha roto mis alas? Yo creo que sí porque mis alas desean predicar a los cuatro vientos mi propia libertad ... esa libertad, que volveré a tener entre mis brazos, pero ¡quién sabe cuándo! Quizás es mejor empezar desde ya a tener el absoluto dominio sobre mí misma y procurar no perderlo del todo como para así recuperar, poco a poco, aunque viva en un caos emocional, mi verdadera y ansiada libertad.
MARiSOL
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