Quizás sea una pérdida de tiempo intentar encontrarle un sentido a todo aquello que no lo tiene y si lo tiene, entonces, esta frase mía la he soltado como al descuido o simplemente porque mi fantasía se ha salido de sus casillas. O acaso, ¿de las mías? La verdad que este mundo, en el cual vivo, ya no lo entiendo. Aunque pretenda ser realista, prefiero ir a la búsqueda de un mundo onírico donde el dolor no tenga ninguna cabida como lo sucedido, hace pocas horas, en Niza justamente el 14 de Julio, fecha donde se conmemora el Día de su Independencia.
Nuestro mundo, abatido por mentes que se mueven entre filosofías inentendibles y un despotismo que anula nuestra individualidad, está tomando un curso de colisión inminente. Yo me niego a dejarme arrastar por tanta maldad. Y, sin embargo, formo parte de un coma colectivo. Me quedo sin palabras ante tanta aberración, querida Francia, cuna de la democracia moderna. Tu corazón no se encuentra sólo latiendo desde la Revolución francesa en el siglo XVIII, ahora la mayoría de las naciones del mundo debe abrir sus corazones a nuevos horizontes políticos creando un nuevo tipo de revolución. ¿O nos hemos quedado todos como estancados, paralizados o hasta indiferentes ante tanta maldad porque no sabemos cómo hacerle frente al terrorismo?
Nuestro mundo, abatido por mentes que se mueven entre filosofías inentendibles y un despotismo que anula nuestra individualidad, está tomando un curso de colisión inminente. Yo me niego a dejarme arrastar por tanta maldad. Y, sin embargo, formo parte de un coma colectivo. Me quedo sin palabras ante tanta aberración, querida Francia, cuna de la democracia moderna. Tu corazón no se encuentra sólo latiendo desde la Revolución francesa en el siglo XVIII, ahora la mayoría de las naciones del mundo debe abrir sus corazones a nuevos horizontes políticos creando un nuevo tipo de revolución. ¿O nos hemos quedado todos como estancados, paralizados o hasta indiferentes ante tanta maldad porque no sabemos cómo hacerle frente al terrorismo?
Escribo estas líneas para no ser presa de pánico ante esta guerra, tremendamente maligna, llamada guerra psicológica. ¡Cuánto odio! ¡Cuánto desprecio por la vida! ¿Cuál es el mensaje más efectivo para desestabilizar al enemigo y no seguirle temiendo? No deseo que el miedo y la incertidumbre divida no sólo a nuestras sociedades democráticas, sino que modifique, de alguna manera, nuestro comportamiento haciéndonos sus cómplices guardando silencio. Mi voz se alza indignada para gritar una vez más: ¡NO, AL TERRORISMO!
Lo sucedido ahora en Niza no sólo es un auténtico crimen contra los propios franceses, sino contra toda la humanidad porque por ella yo me intereso puesto que todos somos una familia aunque ésta no sea siempre unida e indivisible.
MARiSOL
