viernes, 12 de enero de 2024

Patria

 

Así como el rocío se convierte en escarcha, un aliento frío cual viento invisible cae rendido en mi cuello mientras un mundo de palabras se derraman dentro de mi alma pugnando por salir de mi boca  como peces sacudiéndose en la arena del tiempo... ese tiempo que no es sino el espacio entre nuestros recuerdos.

Tal vez somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos llamado memoria. ¿Será cierto que la memoria es una experiencia sustituta, en la cual se da todo el valor emocional de la experiencia actual sin tensiones, vicisitudes ni perturbaciones?


¡Ay! Horrible debe ser la sensación de perder la memoria... esa memoria, cual polvorienta reliquia,  que sólo funciona hacia atrás y que es incapaz de detenerse en el presente y reconocerlo tal cual es.  Por este motivo, regreso nuevamente a ti para volver a encontrarnos porque una parte de mí se quedó vagando por calles limeñas.

Quizás esta noción de patria, mejor dicho, de tierra natal, sea el regreso a mi propio desconcierto porque al haber arrojado mi pasado por la ventana veo que éste no tarda en regresar por la puerta principal así venga disfrazado de las más extrañas y hasta increíbles maneras. 

Volveré a mi tierra natal para vivir mis sueños y agotarlos en vida. ¿Será porque la vida es una ininterrumpida e intermintente sucesión de problemas que sólo se agotan con la muerte? Como esas dos muertes que llevo ancladas en mi corazón desde algún tiempo y que revivirán, por fuerza mayor, a orillas del Océano Pacífico. Mi memoria los hará volar libres porque la memoria es el único paraíso del que mis padres nunca podrán ser expulsados.

En este momento, soy feliz. Será porque el amor a la patria es más patente que la razón misma. Y es que mientras mi razón se hace adulta y vieja y mi corazón permanece siempre niño, tomo conciencia que aún sigo amando a mi patria: Perú.

MARiSOL