Rompiendo con mi silencio entro a esta casa
para vestir mi espíritu de sangre indígena,
mestiza, negra y blanca.
Mientras mis manos traen un deseo sincero y sano,
te pregunto: ¿Dónde te encuentras viviendo
mujer-hombre latinoamericano?
¡Cuánto pesar, cuánta alegría dormida!
Mi sueños vuelan siempre hacia el sol del sur,
siguen aún buscando la huella perdida.
Mientras en este otro mundo tengo una casa (la mía),
el corazón me pide, me exige que no me rinda,
que siga a pesar de todo y que siempre ría.
Y aunque en el espejo de mis ancestros redefina mi ser,
ya no soy la misma que creía ser
hasta el día de ayer.
Lucho aún por mi identidad y por mi interna liberación.
Lloro no sólo por mis queridos fantasmas,
sino también por su desmitificación.
Si bien hoy uno mi vida a la tuya y juntos hacemos historia,
prometo no olvidar lo que soy.... lo que siempre seré:
¡Un ave migratoria!
Marisol