Ayer
Marisol
perturbada partí para París para pasear mis pies
y perderme por puentes y plazas
procurando así no pensar más en tu persona.
Escapé de prisa cual pájaro prisionero sin poseer
una perspectiva o perfecto plan de vida.
Prescindí de perlas, pintalabios, polvos y perfumes.
Sólo porté mi título profesional de Psicóloga
y pasaporte peruano,
una pluma plateada, un paraguas pequeño, poca ropa,
la polaroid de papá, unos pocos pesos en el pantalón
y un popurrí de poemas apuntados en papeles color púrpura.
Hoy
mientras peino pacientemente mi despintado pelo pelirrojo
(poblado de penas profundas y pesadillas pasajeras)
me pregunto, sin poner pretexto alguno, si podré perdonarte.
Tus palabras prosaicas, duras como piedras,
aún me perjudican.
Sin pedir permiso invaden mis pensamientos.
Publicadas aparecen en periódicos imaginarios.
Una penosa y pesada procesión llevo por dentro.
Soy persona en pugna permanente. Provoco protestas.
Mañana
¿Podré ser pescadora de perennes primaveras?
¿Podré encontrar paz en mi pecho petrificado?
¿Podré procesar mis palpitantes problemas, pecados,
penurias y pesares perdurables de forma positiva?
Preguntas tras preguntas se perfilan como plegarias
por predicar al pie de mi propio púlpito.
Un paraíso de promesas presiento pactará
con mi porvenir... por venir.
Volveré a posar sin prisa mis preciosas pupilas
sobre la pintura mejor pintada de mi vida.
y perderme por puentes y plazas
procurando así no pensar más en tu persona.
Escapé de prisa cual pájaro prisionero sin poseer
una perspectiva o perfecto plan de vida.
Prescindí de perlas, pintalabios, polvos y perfumes.
Sólo porté mi título profesional de Psicóloga
y pasaporte peruano,
una pluma plateada, un paraguas pequeño, poca ropa,
la polaroid de papá, unos pocos pesos en el pantalón
y un popurrí de poemas apuntados en papeles color púrpura.
Hoy
mientras peino pacientemente mi despintado pelo pelirrojo
(poblado de penas profundas y pesadillas pasajeras)
me pregunto, sin poner pretexto alguno, si podré perdonarte.
Tus palabras prosaicas, duras como piedras,
aún me perjudican.
Sin pedir permiso invaden mis pensamientos.
Publicadas aparecen en periódicos imaginarios.
Una penosa y pesada procesión llevo por dentro.
Soy persona en pugna permanente. Provoco protestas.
Mañana
¿Podré ser pescadora de perennes primaveras?
¿Podré encontrar paz en mi pecho petrificado?
¿Podré procesar mis palpitantes problemas, pecados,
penurias y pesares perdurables de forma positiva?
Preguntas tras preguntas se perfilan como plegarias
por predicar al pie de mi propio púlpito.
Un paraíso de promesas presiento pactará
con mi porvenir... por venir.
Volveré a posar sin prisa mis preciosas pupilas
sobre la pintura mejor pintada de mi vida.
¡Lo prometo!
Marisol
He jugado con la letra "P"
(editado enero 2009, reeditado setiembre 2009)
El cuadro pertenece al pintor norteamericano Daniel Wall