Aquí estoy en el principio sin fin.
Y mientras sumerjo mis pies
en las aguas del tiempo,
mis manos sostienen tus palabras
y las mías dentro de una caracola.
"No hay más secretos entre ustedes dos
aunque un abismo insuperable
e inmenso los separe",
me advierten unas gaviotas al pasar.
¿Acaso es el pasado posterior
al presente? ¿O es a la inversa?
No sé si empiece a pintar primero
a la muerte y después a la semilla
de la gestación.
Invertir el orden puedo, si quiero,
pero sólo en mis sueños.
Y mientras sumerjo mis pies
en las aguas del tiempo,
mis manos sostienen tus palabras
y las mías dentro de una caracola.
"No hay más secretos entre ustedes dos
aunque un abismo insuperable
e inmenso los separe",
me advierten unas gaviotas al pasar.
¿Acaso es el pasado posterior
al presente? ¿O es a la inversa?
No sé si empiece a pintar primero
a la muerte y después a la semilla
de la gestación.
Invertir el orden puedo, si quiero,
pero sólo en mis sueños.
No llegué a disolverme como gota de lluvia
en el pasado porque no quise.
Coexisto tranquilamente entre el ayer,
hoy y mañana.
A veces pienso que soy
como un torrente sin riberas.
Y no me importa si alguien me insinúa
que carezco de seriedad.
No tienes porque beber de mi agua,
si no te apetece.
Pretender persuadirte, no quiero.
Ni a tí ni a nadie.
Mi ética es muy mía
y a nadie se la regalo.
¡Cuántos seres viven disfrazados
deseando una y mil veces
ser lo que no son!
Una protesta alza su voz y resuena
como un eco en mis ojos.
Ya no me asusta como antes.
La vida real es como un río
que no se detiene.
Se meczla no sólo con la historia
de uno mismo,
sino con la de los demás.
Las ilusiones ya no consuelan
nuestras nostalgias y frustraciones.
Son sólo egoísmos pasajeros
que le ponen vendas a la vida
para no ver lo que realmente
hay detrás de la cortina.
Y aunque conspiremos contra el futuro,
la verdad es histórica es insustituible.
No podemos empañarla.
Ni a ella ni a nuestra memoria.
La memoria hace de puente
(aunque no queramos)
entre lo que fuimos,
quienes somos
y lo que seremos.
Marisol
en el pasado porque no quise.
Coexisto tranquilamente entre el ayer,
hoy y mañana.
A veces pienso que soy
como un torrente sin riberas.
Y no me importa si alguien me insinúa
que carezco de seriedad.
No tienes porque beber de mi agua,
si no te apetece.
Pretender persuadirte, no quiero.
Ni a tí ni a nadie.
Mi ética es muy mía
y a nadie se la regalo.
¡Cuántos seres viven disfrazados
deseando una y mil veces
ser lo que no son!
Una protesta alza su voz y resuena
como un eco en mis ojos.
Ya no me asusta como antes.
La vida real es como un río
que no se detiene.
Se meczla no sólo con la historia
de uno mismo,
sino con la de los demás.
Las ilusiones ya no consuelan
nuestras nostalgias y frustraciones.
Son sólo egoísmos pasajeros
que le ponen vendas a la vida
para no ver lo que realmente
hay detrás de la cortina.
Y aunque conspiremos contra el futuro,
la verdad es histórica es insustituible.
No podemos empañarla.
Ni a ella ni a nuestra memoria.
La memoria hace de puente
(aunque no queramos)
entre lo que fuimos,
quienes somos
y lo que seremos.
Marisol