sábado, 21 de noviembre de 2015

Rastro de luz



Como una sombra vagabunda creo un efecto irreal sobre la claridad difusa de mis ideas, quizás porque se apoyan en la necesidad de nada ... esa nada que no es obligatoria porque el poder absoluto las podría corromper no sólo a ellas, sino también a mi rastro de luz.

Y aunque mi rastro de luz me confunda con su color amarillento, ya no me reconozco en esta realidad que me toca vivir porque ya no sé si tengo algo más que aportar o agregar. Quizás sólo estoy a la espera de obtener algo que muchos anhelamos: la extensión sobre el mundo, en tiempo y espacio, de muchas alas blancas.

Quisiera saltar sobre mi propia sombra, mas ¿quién salta conmigo? Temor siento. Por una fracción de segundo quisiera enderezarle el cuello al mundo o acaso, ¿torcércelo? Vengativa no soy. Y sin embargo, guardo mis heridas abiertas. Mas curar el mal por medio del mal no ayuda a curar ningún alma bajo ningún rastro de luz.

Aunque no acierte a explicarme con coherencia sigo a ese rastro de luz que me hace ver que el mundo necesita de un buen juez que no tuerza las leyes a su propia conveniencia para no tener que vivir todos, a la fuerza, entre sombras.

Titubear no quiero en aceptar la mano que otro me tienda para no desvanecerme en el tiempo porque la vida en tiempo se vive para evitar ser sólo yo el espacio entre mis recuerdos. Uno mi pasado con mi futuro para que mi presente no se oculte ante nigún rastro de luz para evitar que cuando llegue el tiempo en que yo podría, haya ya pasado el tiempo en que yo pude brindar: ¡PAZ!



 
MARiSOL






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