el tiempo, esa imagen móvil de la eternidad,
no nos lleva a ninguna parte
Y si existe un lugar que nos acoja
o nos lleve a un puerto imaginariamente seguro
¡lo ignoro!
Y mientras nuestra presencia es tan fugaz
como un último suspiro,
poco a poco, se irán apagando nuestras voces
convirtiéndose en susurros inteligibles
o en murmullos incomprensibles
hasta quedarse sin un dueño que los reclame
¡Ay, cual gota de agua es el amor que siento
ante ese mal menor llamado: muerte
y cual océano sin riberas,
es el miedo que me enfrenta ante la nada!
Esa nada que lo significa todo para todos
aunque ni tú ni yo sepamos
nada de nada sobre ella
mientras nuestra imaginación
la desea convertir en eternidad
porque la eternidad es una nada
y la nada, una eternidad
MARiSOL
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