Más allá de ese instante de plenitud llamado soledad,
hay una alegría constante que me mira de lejos
y que emigra, cual pájaro viajero, con su olvido
mientras el dulzor de lo prohibido
no me permite más articular palabra alguna
para evitar que tú tercamente sigas marcando
la ruta a seguir de mi loco corazón
¡Ay! En este momento irrepetible
existe una magnífica ocasión
(entre indomables anhelos y dulces cicatrices)
para no decir ya nada más
mientras mis débiles quejas quebrantan
los horarios del tiempo ...
aquellos horarios que nos obligan a seguir existiendo
para no sólo contemplar la vida sin exigencia alguna,
sino para redescubrirla por enésima vez
Y mientras se desvanece racionalmente el impulso
de arrastrarme sólo entre antiguos dolores y penas,
un eco lejano de voces perdidas me recuerda
que ya nada es lo mismo entre tú y yo,
quizá porque la vida misma
se niega a ser sólo una sorpresa
de malos augurios y presagios
para no empañar así más mis secretos
con la única intención de ya no ir más a por ellos
para no perderme nunca más en el laberinto
de nuestros cercanos y lejanos recuerdos
aunque éstos se empeñen en hacer reconciliaciones,
una y otra vez, entre nuestros tres tiempos
MARiSOL
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