lunes, 19 de junio de 2017

Para ti, Venezuela




Cuando prometemos según nuestras esperanzas,
al final terminamos cumpliendo, muchas veces,
según nuestros malditos temores
porque lamentablemente ambos son inseparables
¡Terrible lucha la que libran ellos dos!
Quizá porque la lucha pacífica contra el abusivo poder
ayuda (mucho o poco, ¡no importa!)
a no perderse en un laberinto confusamente oscuro
vestido de ingratos recuerdos y falsos olvidos 

Quizá la mejor forma de cumplir, Nicolás,
con tu palabra supuestamente empeñada,
es, aunque parezca insensato,
más bien, no darla nunca jamás
para no poner más en juego ni el honor
(aquél que vive en nuestra conciencia exterior),
ni la perdida dignidad 
(aquella que obra según nuestra libre elección
sin ninguna coacción externa de por medio)
de tu propio país, porque tú ya las perdiste

Y mientras una lengua viperinamente inmadura 
(la tuya, príncipe soberbio)
promete demasiado a su indignado pueblo 
(huérfano de un mejor futuro),
tú, cual serpiente, cometes un craso error:
No saber conservar a la mayoría de tu pueblo como amigo
porque sólo te sabes arrastrar sobre un suelo
 teñido, hasta ahora, de mucha sangre joven

Purificarte, ya no puedes ni ahora ni nunca más. Te lo prometo.
Mas, Venezuela eliminará, llegado su momento,
las terribles imperfecciones que no sólo provienen de ti,
sino de tus otras serpientes seguidoras
para que mi país hermano recupere su verdadera esencia:
la esencia del respeto y el amor por la Democracia,
sobre todo, cuando se la quiere recuperar con determinación


MARiSOL





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