martes, 24 de enero de 2017

Pupilas

http://api.ning.com/files/H8eo-f1HF4huF40VBgHjtHlEOQsGJux-x-dJPM-SxPLa*OXRtmFVeMRmzdkkA269qLbVprPuzFb1l6k6nbIJ869fU2eK1pbK/01.jpg

Mientras enciendo y apago mis pupilas, una distancia prudencial aflora entre tú y yo aunque una extraña sensación de vulnerabilidad nos envuelva y bajo ningún concepto, coincidamos. Quizá porque el tiempo ya no existe entre tú y yo por haberlo tatuado en el fondo de nuestros corazones mientras vemos como nuestras propias fisonomías se evaporan en el aire de nuestros recuerdos.

Por momentos, una pérdida con sabor a traición da la impresión que respira hondo ante el hecho enigmático que el tiempo se nos va de las manos aunque nos queden sólo retazos memorables. Tal vez, no hay ningún precendente que nos haga recobrar la conciencia porque sólo queremos dormir despiertos mientras mentimos descaradamente ante los otros y ante nosotros mismos por un pudor ya ido que se disuelve como una virtud relativa se contrae o dilata ante la luz de la verdad.

Yo creo que ha llegado el momento de enmudecer mientras, en un rincón de la vida misma, ojos inquisidores condenan nuestro amor. ¿Y sabes por qué? Porque no hay que circunscribirse más sólo a palabras triviales, sino a hechos concretos aunque nuestro sueño viva sólo un breve lapso de tiempo y nosotros no vayamos precisamente a la búsqueda de un final perfecto ubicado en el medio de nuestro (arco)iris. 


MARiSOL






Obra del pintor inglés Sas Christian