No sé si mi estado de letargo reflexione sin preocupaciones o simplemente ya no me importe explicar con ligereza lo que pienso. Y mientras guardo silencio en algún recóndito lugar de mi alma, avanzo despacio entre una lluvia de recuerdos.
Acaso, ¿soy una cazadora de ilusiones? ¡Cuánta hostilidad está suelta! En fin, el fin se apaga por completo y no logro sobreponerme ante una fresca tonalidad que casualmente pide permiso y traga saliva.
¿A quién pertenecen los sueños? Mientras contemplo nubes que se dispersan con los ojos cerrados, no estoy de acuerdo en detectar sombras en mi camino de vida, quizá porque no quiero alaridos de dolor a mi lado.
Y mientras con ambas manos trato de atrapar sonidos inexplicables, no encuentro razonable desvanecerme, como de costumbre, hasta el fondo de de mi alma. Sin hablar apenas y sin pedir permiso siento que vacilo mientras con los ojos cerrados y sin ponerme de acuerdo con nadie, busco en silencio la linda fragancia del sentido de la vida.
MARiSOL
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