domingo, 29 de enero de 2017

A la ventana


https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiIz3pWVjuTHgxjxUiPsfOIK6zcKI87Wm06g4KtWp9Ir19QmzJF0ycrvdbZBjJjr-QMRTq4xEJP2QehRDuU-tsq2iMc29xi141xV7vhoQZu0TU2BgeLxLV5zDctCnQSUOp88SntQ-5LLEKc/s1600/girl-looking-out-the-window.jpg
 
Quizá sea una apreciación trivial el querer darle siempre un sentido a mi vida mientras me encuentro sumergida entre la esperanza y desesperanza, sobre todo, cuando mi memoria me mira de costado porque de frente, me duele. Y aunque el dolor, en sí mismo, cumple lo que promete, aún así debería concederle más importancia a mi memoria para que ella esté siempre a las órdenes de mi corazón porque él espera lo que desea con todo fervor.

Quizá deba recobrar la conciencia para poder seguir descubriéndome, denunciándome y acusándome antes que los ecos de mis propios pasos erróneos y correctos se los lleve el tiempo y termine él, en un fuerte bostezo, malgastándome. ¡Ay! esta idea me sobrecoge y me da que pensar. A pesar de todo, me da la sensación que hablar es bueno sin importar si se trata de una energía infrecuente o no que me habita desde siempre.

Quizá no pretendo ir muy lejos mientras busco, como siempre, mi propio punto final porque mis dudas siguen sin encontrar lo que mi alma de niña anda buscando. Tal vez he de proseguir un poco más con esta tarea mientras me encuentro frente a la ventana de mis recuerdos  y dirijo la mirada, una vez más, en dirección sur ... allí donde mi libro moral se enfrenta a un problema  sin aparente solución aunque ésta resulte ser fácil, plausible, clara y equivocada.


MARiSOL






Imagen sacada de Bing