jueves, 9 de enero de 2014

La renuncia



Aunque una distancia de recuerdos exista entre tú y yo, el lazo de lealtad nunca se romperá aunque nuestros ojos se queden secos de llorar lo perdido y un silencio impuesto o hasta un orgullo mal entendido se deje ver ante los demás. No somos dos, somos un alma sedienta de más... ¡cómo te extraño!

Y aunque de la cruel oscuridad salga un grito  ya sea de tu garganta o de la mía y el eco perdido de nuestras voces se convierta en rutina, hábito, o acaso el sentido de la vida se convierta en una mera obsesión, yo solamente sé que no hay derrota en la renuncia porque aunque seas la joya prohibida que no puedo tener cerca, te llevaré siempre prendida como un broche en el corazón.
Marisol

 Imagen sacada de bing

Machu Picchu, Perú