Voy sobre el camino de mi vida
llevando sobre la espalda
una mochila
cargada de contradicciones,
cargada de contradicciones,
preguntas sin respuestas, dudas,
silencios y desilusiones.
Y como la mochila me pesa demasiado
trato de alivianarla botando
ese peso demás vestido de rabias y llantos.
¡Qué las risas no se me escapen
y que se queden dentro de ella, por favor!
¡Qué las risas no se me escapen
y que se queden dentro de ella, por favor!
Pero, ¿por qué será que a los humanos
nos atrae no sólo la creación,
sino también la destrucción?
Vivimos en pugna constante...
y, ¿Tú?
¿Nunca has tenido la sensación
de haber llegado a tu límite?
Es como si la realidad
-por momentos-
se desmoronara por pedazos.
Como si ésta cayera de su propio pedestal
-por momentos-
se desmoronara por pedazos.
Como si ésta cayera de su propio pedestal
y nosotros al pie contemplándola
sin poder hacer nada para cambiarla.
¿Y qué sucede conmigo?
Y mientras unos van perdidos entre túneles,
bifurcaciones y rincones oscuros,
yo aquí en medio de tanto infortunio
me sostengo, lo más que puedo,
entre el desgarro y la belleza
de la vida misma
con mi mochila a cuestas.
Así como escribo estas líneas
para sobrellevar la existencia
(y entenderla mejor),
otros pintan, sueñan despiertos
o se distraen haciendo sus deberes diarios.
¡Ay! Somos tantos los que andamos
sobre el camino de la vida
con mochila o sin ella...
y que andamos en la búsqueda...