No quiero ahondar en emociones pasadas
Ésas que llegan cual ecos de la niñez
No es ni imprescindible
ni quiero pensar demás
Y, sin embargo, agito los brazos
ante la inmensidad de tanto dolor
mientras ordeno mis recuerdos
Quizá deba mantener silencio
y entrecerrar los ojos
ante mis propios desvaríos
Aportar una evidencia necesaria
cual huella imborrable
sin anteponer mi cansada memoria,
no es, del todo, insignificante
¿No será mejor sopesar las palabras
ante mis propias reflexiones?
Hago un esfuerzo titánico
para no hacer más concesiones
ante un cúmulo de suposiciones anómalas
Y mientras una carcajada ronca
sin ideas precisas y carentes de toda gratitud
se deja escuchar a lo lejos,
mi entereza no es irreflexiva
Se mantiene sobria y expectante
ante tanta incertidumbre
Quiero confiar que la magnitud de los hechos,
sin ninguna especial relevancia,
no llegue intempestivamente
y me sorprenda a destiempo
mientras me columpio entre mis tres tiempos
hasta el final de mis días
MARiSOL
