Somos intermediarios entre la Nada y el Todo
aunque no querramos y busquemos
excusas para no serlos.
Somos, sin lugar a dudas, nuestra propia memoria
(un museo de olvidos y recuerdos).
Somos el resultado, sea bueno o malo,
de una cultura adquirida.
Somos nuestro propio mito o ¡quién sabe!
si sólo alcanzamos a ser sólo una fantasía.
Somos tan complejos porque los alcances
y el destino de nuestra propia especie
nos resultan desconocidos.
Somos, si lo pienso mejor, nuestro destino
porque no barajamos sólo las cartas,
sino que preferimos jugarlas.
Somos un animal simbólico por excelencia
porque dominamos unos 6,000 idiomas.
Somos grandes admiradores e inquisidores
ya sea de Darwin o de Dios. ¿Y tú?
Somos aquello en lo que creemos
y somos lo que queremos ser.
Somos, unas veces, flexibles como cañas
y otras podemos ser tan rígidos como árboles.
Somos no sólo la oscura cara de la luna,
(misteriosa y desconcertante),
sino también un rayo de esperanza y de amor
para todo aquel que nos necesite.
Somos jueces despiadados de otros,
¿y de nosotros mismos?
Somos falsificadores, muchas veces,
pretendiendo ser quienes no somos
y todos ven lo que aparentamos
y pocos ven lo que realmente somos.
Somos lo que hacemos y no lo que pensamos
ni lo que realmente sentimos.
Somos, si bien, cada uno de nosotros
un mundo propio, singular y único,
somos una parte de algo,
de un conjunto de grandes dimensiones.
Somos, al final, fragmentos que al unirse
forman un todo: el ser humano.
Marisol
Imagen sacada de:
http://asusta2.com.ar/2009/11/09/tiempo-de-reflexion-hacia-donde-vamos/
