viernes, 11 de mayo de 2018

La contraseña


Al principio hacíamos malabarismos
para facilitar el contacto entre los dos
Hoy en día hemos empezado a arrepentirnos
no sólo de tu devaneos, sino de los míos también
¡Ay! No todo es como uno lo piensa -
digo yo mientras me encojo de hombros
y me tomo unos días de descanso
para no pensar en ti
Quizá porque desarrollamos una curiosidad irreprimible
mientras perdemos el tiempo en querer ser felices 
a toda costa, ahora y siempre - dices tú
Y mientras burbujas de despreocupación nos incomodan
por temor a equivocarnos una vez más,
nuestra propia incredulidad se vuelve tentadora
y nos deja, por momentos, sin aliento
por querer dejar, una vez más, constancia
(el complemento indispensable 
de nuestras virtudes humanas)
que nuestra tranquilidad está turbada 
porque no termina de llegar a ningún buen puerto 
¿No será que un desengaño no consigue descifrar
lo que es el amor incondicionalmente auténtico,
el odio visceralmente interminable,
la soledad persistente y terca
y la melancolía ensimismada en su propio silencio?
Lo ignoro.Y tú, ¿puedes darme una respuesta
satisfactoria del todo? 
No creo, porque tu todo se ha vuelto en nada
y, sorpresivamente, el mío también
Mejor mantengamos la calma aunque nos cueste
porque sabemos que seguimos unidos por un hilo invisible ...
ese hilo que nos sigue manteniendo en distintas dimensiones
porque no damos con la verdadera contraseña
que nos acerque a ti y a mí de una vez por todas
para poder respirar con alivio en un tiempo vacío
de malos presagios y augurios

MARiSOL