sábado, 15 de agosto de 2015

Deseos

 

Mientras no todo lo que yo amo deseo, no todo lo que yo deseo amo. Mas no desear nada es no vivir. ¡Ay! Si mi deseo floreciera como una rosa, el acto de poseer ciertas cosas (sean materiales o incorpóreas) marchitaría lentamente mi vida. Quizás soy débil porque reprimo el deseo. ¿O acaso mi deseo es demasiado débil para ser reprimido? Y, sin embargo, no deseo que mi deseo se estanque y se convierta en veneno o finalmente se pudra. ¿Será porque donde acaba el deseo empieza, sin querer, el miedo, ese miedo  que teme sufrir? ¿Acaso, porque se quedó vacío, sin ningún deseo? ¡No sé! intuyo que el deseo me obligará a amar aunque, tarde o temprano, me haga sufrir porque mientras lo prohibido despierta el deseo, el deseo se empeña en vencer al miedo porque, aunque parezca mentira, el miedo resulta ser un deseo pero al revés ... de todo razonamiento. Y aunque yo extraiga, una y mil veces, diversas conclusiones y resuelva problemas míos o ajenos, deseo que me hayas entendido aunque, en el fondo, desee que no sea así. ¿Y sabes por qué? porque esa cadena de causa - efecto de emoción - sentimiento- es sólo una maquinación. Pero no te alteres, querido lector, no deseo incomodarte con estos pensamientos. Busco, la empatía contigo para evitar agredirte. No deseo ni respuestas violentas ni preguntas incómodas. Al final, terminaré yo acomodándome a tus deseos, siempre y cuando, te limites tú a no tener muchos deseos. No importa si no me entiendes, unamos nuestra fantasía y razonamiento para crear una hermosa fuente de deseos aunque éstos nunca se puedan cumplir.


MARiSOL



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