Si bien la eternidad se deja ver a la vista de nuestra imaginación, nuestra razón no la entiende del todo. Y, sin embargo, la eternidad, llegado su momento, es quien nos hará recordar que el tiempo, ese mediador entre el presente, pasado y futuro, dejará de existir en el preciso momento en que nuestras almas hayan develado el misterio de nuestra propia inmortalidad, ese misterio al cual ninguno de nosotros podemos desobedecer, porque nos fue impuesto desde nuestro nacimiento por mano divina.
MARISOL
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