Entre miles de ausencias perpetuas
y palabras no dichas directamente por ti
sólo quedan cenizas de vagos recuerdos.
Gritos de ecos lejanos quedan mudos a mis oídos.
Sigo yo sin entender este menudo enredo.
Por el amor de Dios, ¿en qué andas?
Manila de Luzón me reta a no tocar el pasado.
Soy terca y me hago daño en el intento de olvidarte.
Mas yo no le hago caso a tu dueña, mi rival.
No sé hasta cuándo pueda yo seguir sosteniendo
el perfume de color violeta entre mis recuerdos.
MARISOL
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