Los pensamientos vuelan como ligeras gaviotas
cruzando mares del color de un llanto reprimido.
Un faro imaginario alumbra una ilusión en el cielo.
Es, por momentos cortos, mi estrella fugaz.
Entre neblinas y nieblas navegan carabelas fantasmas.
Sólo mis ojos cual mudos testigos las pueden ver.
Amaneceres color verde se cuelan por mi ventana
para tranquilizar las aguas de esta marea en la que vivo.
Al otro lado del mundo ya no espera por mí un sol más grande.
Aprieto los labios para no contar la pena que siento.
La rosa de los vientos se quedó igual de sola como yo
esperando entre sueños por el rumbo escogido.
Marisol
(publicado 2002, reeditado 2008)