sábado, 5 de agosto de 2023

Añoranza

 

A lo lejos antiguas complicidades gastadas por el tiempo se toman la libertad de rechazar lo ininteligible, lo difícil de describir; sólo se dejan llevar por la añoranza aunque ni siquiera estemos seguros de conocerla bien. Quizás ella sólo está cubierta de finísimas capas, casi imperceptibles a simple vista, que la fueron aislando de la realidad, esa realidad sujeta a un hilo unido a mis ideas ingenuas o inmaduras. No sé, tal vez nunca sabré si todo tiempo pasado fue verdaderamente mejor porque no puedo tener un futuro mejor si sólo estoy pensando en el ayer todo el tiempo. Para avanzar realmente, hay que dejar atrás el pasado, soltarlo así no lo perdamos del todo de vista. 

Hoy echo de menos no formar parte de lo importante o acaso, ¿me equivoco? No debería añorar los viejos tiempos ni sacar las fórmulas de su congelación ni convertir secretos en palabras ni traducir recuerdos en sentimientos negativos para impedir matar el amor. Lo mejor es dejar en paz el pasado mientras levanto la vista al cielo sin lágrimas que lloren porque se acabó, sino sonrío agradecida porque sucedió. Mientras finalmente se nos terminan borrando algunos detalles y, sin querer, estamos también añorando nuestras equivocaciones, no hay manera de eludir los años de esperanzas y desilusiones, perdidos e irrecuperables. 

Pues bien, mientras secuestro mi futuro para vestir mi presente de mejores momentos y recuerdo con amor a la niña que fui y que aún vive en mí hasta el final de mis días, dejo de lado tanta estrechez mental y malentendidos de un idioma inexistente para dar paso a mi idiosincracia e identidad vestidas de niebla y de luz... allí donde la añoranza me pide ni trastabillar ni estar en una cuerda floja ni derrumbar mi equilibrio emocional, quizá porque una mezcla de ansiedad, euforia y desamparo van de la mano forzosamente y me reta a seguir adelante porque, en el fondo, añoro ser la que siempre quise ser.

 

MARiSOL