miércoles, 5 de marzo de 2014

Destinos



Desde hace tiempo dos almas y un corazón 
laten juntos en un sueño poderoso y místico
mientras juegan al ajedrez sin querer derrocar,
por ningún motivo, al rey del oponente. 

Mientras una incertidumbre presente 
y un pasado lejano se tocan la piel,
mi destino y el tuyo no quieren hacer nunca jaque-mate.

Aunque el rey esté ocupado entre dos alfiles, 
dos caballos, dos torres y ocho  peones,
la dama siente que lo pierde cada día
un poquito más aunque siempre piense en él.

El verdadero amor  no es un deporte,
sólo supone, en algunos casos, jugar a la renuncia.
Aunque tu seas mi rey y yo tu dama
nuestras manos nunca se tocarán sobre el tablero.

Marisol