Ha llegado la hora de no hacerme amiga
de esa fe vestida de divinidad,
sino de aquella otra...
vestida de una realidad concreta.
Esa realidad en la me encuentro viviendo.
Tomando decisiones de riesgo
y renunciando a las ilusiones
(porque sólo éstas existen ...
¡quién sabe dónde!),
abro la puerta de mi propia conciencia
con la llave de esa palabra*
-tan poco entendida-
para poder superar, de esta manera,
mis propias limitaciones.
mis propias limitaciones.
Marisol