Entre
el cansancio de muchas batallas internas y la necesidad de tranquilidad
espiritual hay un aleteo como una sospecha de una involuntaria
consecuencia que se refleja a la orilla de mi vida y quizá de la tuya
también mientras
en un gesto lento se esfuma intencionalmente un impulso de caos
controlado por una incertidumbre previsible, fruto de nuestros
diferentes destinos.
¡Ay! Curiosidad ya no revelan mis indecisiones mientras reconozco la existencia de extrañas casualidades que expresan un equilibrio acompañado de precauciones premeditadas. No sé si a ti te pase lo mismo. Quizá mi ánimo es empezar a dejar de ignorarlo antes que concluyan esos repentinos presagios que están expuestos a los contratiempos ya previstos.
"¡Serenidad!" exclama mi alma (¿y la tuya?) mientras el tono y actitud son responsables de la energía emitida de mi voz. Sé que seré capaz de soportar internamente cada golpe de intuición ... aquél que no es una opinión, sino una certeza. Espero que tú también lo consigas.
Y aunque yo hable sin cesar en susurros y un grito mudo se desgarre de mi dolor diario, reacciono siempre sorprendida por lo que la vida, por lo menos, la mía, me regala, aunque existan tiempos de uniformidad u oportunidades desiguales.
Pues bien, en este brindis cargado y retórico que hago contigo ya cuando falta poco para que arranquemos del todo las hojas de otro calendario más de vida, gotitas de esperanza se dejan ver aunque el temor vaya de su mano y de la mía también porque ambos nacen juntos y juntos mueren.
Alzo mi copa junto a la tuya para brindar por lo impredecible, por lo impronosticable y también por todo aquello que ya está dicho pero ¿que ya no podemos cambiar? ¡Ay! Tu identidad y la mía no sé si estén en juego pero cambiemos para mejor cuando surja una posibilidad de cambio, ¿te parece? De ti depende como de mí también. Yo ya lo dije todo aunque más de una vez me haya contradicho, ¿y tú? Mejor callo. Brindemos, más bien, por nuestro nuevo año de vida.
MARiSOL