Si bien no puedo desalentar al azar
ante este mundo tan cambiante,
tal vez, debería construirme un escondite
en algún lugar imaginario
con la intención de borrar todas mis culpas...
aquéllas que apenas se distinguen
a través de la neblina de mi memoria
Así, unas veces, sea yo un alma en pena
y otras, un alma en gloria,
siento como si perdiese mi rumbo
entre sueños y vigilias...
ese rumbo marcado por fantasmas taciturnos
que alumbran mi camino de vida
para ver más nítidamente
cómo el desastre se apropia del mundo
mientras la alegría me busca
para abrazarme a escondidas
Y mientras la eternidad,
allí donde no existe ni espacio ni tiempo,
aburrida de tan poca transparencia humana,
cierra los ojos ante tanto desamor
para no ver cómo nos hace trizas el alma,
una tristeza inexpungable nace
y muere sin excusas
ante los pies de nuestra conciencia ...
aquella voz del alma que nos recuerda
que es testigo, fiscal y juez
por ser la presencia de Dios
en cada uno de nosotros
MARiSOL