Entre la que soy y la que fui
quedan rastros de una complicidad secreta
Cual reina de corazones me muevo entre el instinto y la voluntad
cuando le hago, sobre todo, preguntas al destino
mientras cual peatón cruzo la calle a lo desconocido...
allí donde el desconocimiento propio genera soberbia
mas el desconocimiento de Dios genera desesperación.
Quizá mis argumentos no son convincentes del todo
mientras heridas del pasado se abren y cierran
como golpes duros ya, por suerte, vacíos de todo mal presagio.
Ese presagio que adivina a ciegas mi futuro
por medio de intuiciones o sensaciones
cual señales de advertencia.
Y aunque, por momentos, mi tranquilidad se vea turbada
no consigo ser incapaz de ser feliz
quizá porque la felicidad está hecha de momentos felices
y no solamente de épocas felices.
¿O será, acaso, que la felicidad de los espíritus grandes
consiste no en sentirse felices,
sino en comprender cuan felices piensan otros que han de ser ellos?
Sea como sea, al tomar las riendas de mi vida
y querer ser la reina de corazones de mi alma,
mi destino mezcla las cartas mientras yo me esfuerzo en ser feliz
ya sin querer saber si el placer es felicidad de los locos
o si la felicidad es placer de los sabios.
MARiSOL