No sé si si alguna vez seré yo capaz de poder evaluar nuevamente a la vida de manera correcta y sin restricciones discrimatorias porque ahora sólo yo me siento una sobreviviente pequeña e insolente que no sólo trata de eludir la mirada de la vida, sino que también cierra los ojos ante la realidad del mundo, quizás para perderme sólo en el laberinto de mis propias ideas.
No quiero ser irónica pero el sentido de la vida como que se me ha perdido de vista desde hace algún tiempo. Será porque me siento, por fuerza mayor, como varada en un mundo ajeno al mío porque no tengo los medios necesarios para poder vivir sólo en mi propio mundo donde el trinar de los pájaros o las risas de los niños es lo que calma mi alma intranquila aunque el mundo se niegue a aprender a aceptar semejante revelación tan ordinariamente maravillosa de la cual soy capaz de formular aún sin su permiso.
MARiSOL
