No percibo claramente tu presencia.
Sólo intuyo una sombra románticamente triste
y solitaria a la vera de mi camino.
Me observas. Te observo.
Un pacto silenciosamente tácito
impuesto por tus ideas y creencias
han llegado a cansar a mis palabras.
Sobreentendido está que ellas se irán
quedando mudas, poco a poco,
entre los sueños no realizados de mi pasado
y la realidad tangible en la que vivo.
Marisol
Tácito proviene del latín tacĭtus que, a su vez, deriva del verbo tacēre (“callar”). Este adjetivo permite nombrar a alguien silencioso o callado, y a aquello que no se percibe o que no se dice formalmente, de modo tal que se infiere o se supone.
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