lunes, 12 de enero de 2009

El porvenir de Patricia

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Ayer
partí para París para perder mis pies
  por puentes y plazas
procurando así no pensar más en tu persona.
Escapé de prisa cual pájaro prisionero sin poseer
un plan de vida.

Prescindí de perlas, pintalabios, polvos y perfumes.
Sólo porté mi título profesional de Psicóloga y pasaporte peruano,
una pluma plateada, un paraguas pequeño, poca ropa,
la polaroid de papá, unos pocos pesos en el pantalón
y un popurrí de poemas apuntados en papeles color púrpura.

Hoy
mientras peino pacientemente mi despintado pelo pelirrojo
(poblado de penas profundas y pesadillas pasajeras)
me pregunto, sin poner pretexto alguno, si podré perdonarte.

Tus palabras prosaicas, duras como piedras, aún me perjudican.
Sin pedir permiso invaden mis pensamientos.
Publicadas aparecen en periódicos imaginarios.
Una penosa y pesada procesión llevo por dentro.
Soy persona en pugna permanente. Provoco protestas.

Mañana
¿Podré ser pescadora de perennes primaveras?
¿Podré encontrar paz en mi pecho petrificado?
¿Podré procesar mis palpitantes problemas, pecados,
penurias y pesares perdurables de forma positiva?

Preguntas tras preguntas se perfilan como plegarias por predicar.
Un paraíso de promesas presiento pactará con mi porvenir
Volveré a posar sin prisa mis preciosas pupilas
sobre la pintura mejor pintada de mi vida.
¡Lo prometo!


Marisol

He jugado con la letra "P"